"Don't disturb the Beast,
The tempermental Goat,
The Snail,
while he's feeding on the Rose."
A Perfect Circle
Se me está haciendo costumbre cerrar ciclos con poemas malos. Probablemente porque, al completarse, la línea siempre pierde fuerza al final del trazo, se adelgaza, antes de morir. También porque las ascuas que deja la flama suelen ser menos abrasadoras que la llama en sí, e incluso algo reconfortantes. Sea lo que sea, esta flama se apagó. Me gusta el fuego como purificador porque es parte esencial del carácter destructivo que pregonaba W. Benjamin. Para abrir paso hay que destruir y qué mejor manera que ardiendo. Una sábana de cenizas es la más refinada alfombra por la que se puede caminar. Pero no importa cuánto se destruya, nunca se alcanza el vacío. Hay cosas que quedan, las cosas elementales. Las primitivas. Las que tienen una raigambre tan honda que no se pueden extirpar. Debajo de todo está el monstruo, aguardando la señal, con los ojos llameantes ocultos tras los parpados del sueño. ¿Y si se despierta de frío? ¿Y si la hoguera extinta ya no lo mantiene cómodo ni confortable? ¿Y si se levanta hambriento y de mal humor? Habría que dejarlo hacer. Todo intento por domarlo sólo produciría lisiados. Habría que esperar a que se canse, a que se oculte. A que se mire en el espejo. I will roar aloud here.
P.S: No sé qué habría hecho sin ti, Flama de mi corazón, gracias por haberme mantenido ardiendo todo este tiempo.
2 comentarios:
Even the constant fire loses its fuel becoming no more than a trembling flame.
Qué frase tan preciosa, y tan cierta. :)
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