Entonces, según Schopenhauer y su filosofía postkantiana pesimista, el mundo es una mera apariencia. Kant sólo descifró la realidad a un nivel científico e hizo una profunda reflexión sobre el carácter ilegible de la percepción. Así, según esto, el fenómeno se vuelve representación, mientras que la cosa en sí voluntad. La voluntad no es sólo un atributo del pensamiento, sino, y primero que nada, una expresión de vida. Por lo tanto la conciencia y la inconsciencia funcionan de manera conjunta; porque la voluntad es una especie de querer vivir, que no es propia sólo del sujeto, sino que tiene una dimensión cósmica. La filosofía entonces es la responsable de ser una cosmología que anule a la teología, la cual proclamaba a una especie de divinidad que otorgaba al hombre una situación privilegiada en el mundo natural. Si las cosas son así, la voluntad sería la esencia y realidad absoluta y última del Universo; la inteligencia comparada con ella sería pura basura secundaria. En definitiva, a vida es un dolor perpetuo, un deseo que no se sacia, una lucha constante, que implica la imposibilidad de la satisfacción y, por tanto, de la realización de nuestras aspiraciones.
Hoy, por ejemplo, ya no me siento tan estúpido por sentirme solo en un mundo de 7 mil millones de personas.
2 comentarios:
Hola, soy nuevo en esto de blogger, nunca me había animado a llevar uno.
Bueno me gusta tu blog espero no te moleste te siga, saludos.
Para nada hermano, todo lo contrario. Me alegra que hayas pasado por aquí. Saludos.
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