A mi edad ya no fui Rimbaud...
Despertar una madrugada de julio y mirar hacia atrás. Hace casi un año que el tiempo se detuvo. Me siento tan joven y tan viejo. Hay noches en que la lluvia cae como si no hubiera mañana, como si dios hubiera olvidado el pacto que hizo con Noé. Esas noches abro libros al azar y siento envida. Quiero quemarlos. Tengo 23 años. Hace 4 que perdí la posibilidad de ser Rimbaud. A fin de cuentas a medida que pasa el tiempo uno pierde cosas, se desprende de capas, deja muertos y respira el aire lacado por los años. Pesado, pero vivificante. Y el mundo se queda en suspenso, la lluvia se detiene en el aire, la taza de café que se precipitaba al suelo se paraliza, a medio derramar, con el líquido flotante esperando a manchar la alfombra. Las aves nocturnas se petrifican en el firmamento. Las hojas que se desprendían de los árboles parecen congeladas en una fotografía otoñal, negándose a la gravedad y a su destino. Y mi ropa sigue suspensa, llena de pliegues, dibujando su parábola con el mismo impulso con que me la arranqué. Me gusta la desnudez. Y me gusta salir a caminar mientras todo está inamovible. Hago un acercamiento a las gotas de lluvia, las miro flotar y las rodeo 180°, en ese cliché de cámara cinematográfica.
El mundo inmóvil me recuerda más que nunca y más que nada el fluir del tiempo. Me pregunto si no estaré yo también en una posición de suspenso a mitad de una palabra o de un gesto. Quizá soy yo la única estatua en un mundo vertiginoso, en el que se suceden los días. Amanecer ocaso, amanecer ocaso, sol lluvia otoño invierno. Una y otra vez. Y una madrugada de julio o de cualquier mes despiertas y te das cuenta de que ya no tienes la edad suficiente para ser Kurt Cobain, o Jesucristo, y que no pudiste superar los logros de tu padre. No quisiera no poder ser Jesucristo.
Difficult not to feel a little bit disappointed…
El aire es más pesado, pero más vivificante.
A fin de cuentas lo único que importa es hacer el amor bajo la lluvia. Sin importar... que se haga sin amor.
Despertar una madrugada de julio y mirar hacia atrás. Hace casi un año que el tiempo se detuvo. Me siento tan joven y tan viejo. Hay noches en que la lluvia cae como si no hubiera mañana, como si dios hubiera olvidado el pacto que hizo con Noé. Esas noches abro libros al azar y siento envida. Quiero quemarlos. Tengo 23 años. Hace 4 que perdí la posibilidad de ser Rimbaud. A fin de cuentas a medida que pasa el tiempo uno pierde cosas, se desprende de capas, deja muertos y respira el aire lacado por los años. Pesado, pero vivificante. Y el mundo se queda en suspenso, la lluvia se detiene en el aire, la taza de café que se precipitaba al suelo se paraliza, a medio derramar, con el líquido flotante esperando a manchar la alfombra. Las aves nocturnas se petrifican en el firmamento. Las hojas que se desprendían de los árboles parecen congeladas en una fotografía otoñal, negándose a la gravedad y a su destino. Y mi ropa sigue suspensa, llena de pliegues, dibujando su parábola con el mismo impulso con que me la arranqué. Me gusta la desnudez. Y me gusta salir a caminar mientras todo está inamovible. Hago un acercamiento a las gotas de lluvia, las miro flotar y las rodeo 180°, en ese cliché de cámara cinematográfica.
El mundo inmóvil me recuerda más que nunca y más que nada el fluir del tiempo. Me pregunto si no estaré yo también en una posición de suspenso a mitad de una palabra o de un gesto. Quizá soy yo la única estatua en un mundo vertiginoso, en el que se suceden los días. Amanecer ocaso, amanecer ocaso, sol lluvia otoño invierno. Una y otra vez. Y una madrugada de julio o de cualquier mes despiertas y te das cuenta de que ya no tienes la edad suficiente para ser Kurt Cobain, o Jesucristo, y que no pudiste superar los logros de tu padre. No quisiera no poder ser Jesucristo.
Difficult not to feel a little bit disappointed…
El aire es más pesado, pero más vivificante.
A fin de cuentas lo único que importa es hacer el amor bajo la lluvia. Sin importar... que se haga sin amor.
1 comentario:
Ya no serás Rimbaud pero puedes ser José Ernesto Alonso.
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