Roar your terrible roars and gnash your terrible teeth and roll your terrible eyes and show your terrible claws! And please don't go I'll eat you up, I love you so.

20121212

Posibilidades suicidas


Hay cosas que nunca son. Somos imprevisibles y nos acabamos. Todos los caminos que no tomamos se amontonan detrás de nuestras huellas. Hay tantas posibilidades que se suicidan. Toman una escopeta, montones rohypnol, sogas corredizas, saltan al vacío desde el piso 50. Somos errores que se fatigan y se desgastan. Y caminamos a ciegas un camino que se deforma. En el corredor de las posibilidades las pantallas muestran videos de pasados o presentes o futuros que nunca se realizaron. Amigos muertos, cáscaras vacías. El destrozo de los años. Los hijos que pude tener y nunca tuve claman mi nombre. Las palabras que no dije, sombras que sucumben ante la incertidumbre. Debí haber muerto hace tiempo.  El futuro es oscuro, caminamos con una lámpara que hacía adelante no ilumina más allá de nuestras narices, pero hacia atrás es un resplandor celestial que nos muestra los estragos que dejamos con cada paso. Apocalipsis significa revelación y estamos tan lejos de saber la verdad. ¿Quién va a pagar la cuenta? hay que huir antes de que llegue la factura.

            El desierto es el camino. Las dunas cambian de forma con cada ventisca, se crean y desaparecen en el planetario vertiginoso de lo impermanente. Somos una estatua de arena que se difumina con el viento. Ninguna partícula nos pertenece. Todo está en el pasado. Tan eterno como inamovible. Y todo lo que no fuimos sigue ahí, esperando que en lugar de decir sí hubiéramos dicho tal vez o que en lugar de cualquier sonido, hubiéramos permanecido en silencio. ¿Cuál es el valor de la caducidad? hay que beber whisky con capsulas de tiempo. Una sobredosis o dos antes de pisar las dunas y dejar que el viento nos disperse.


20121105

Día del muerto



El día de muertos se ha convertido en mi celebración mexicana favorita. Me gusta que la gente se disfrace. Los niños calabaza, los vampiros, los diablitos, los pequeños hombres lobo. Me gusta caminar por Madero. Nayeli se asusta con los payasos, hay uno con una máscara de Eso. Me gusta toda esa monstruosidad. Ese día en que tu friki interno puede salir sin que nadie te mire raro. Ya no somos nosotros. Todos somos monstruos. A nadie le importa. No pienso en la muerte pero sé que todo se muere. Nayeli me señala un bebé vestido de momia, lo miro y sonrío, luego ella se acerca para besarme, por un momento su cabeza es sólo la calavera. El beso de la muerte. Pienso en que ella morirá un día. Me estremezco. La luna brilla con la intensidad suficiente para que mi transformación comience. Te Estocolmo, faláfel; le digo en nuestro código secreto. Mi corazón se convierte en un pan que aúlla. Quiero que ella lo devore. Yo te quiero, me dice con esa manía de usar el pronombre en lugar de decir sólo te quiero. Hay tanta gente que no podemos caminar. Somos cursis. Me habría gustado disfrazarme del gato Chesire con esa sonrisa gigantesca y socarrona. La luna brilla. Los muertos caminan entre nosotros. Somos muertos ya. Caminamos abrazados, delgados como esqueletos. Nuestras costillas chocan, encajan a la perfección. Debimos disfrazarnos de Tetris. Esta noche sus besos saben a flores de cempasúchil. Reímos sin darnos cuenta de que nuestras risas son cráneos con convulsiones. Caminamos y no tenemos carne en los huesos. Nos besamos sin notar que nuestras osamentas yacen en la misma tumba. Nos abrazamos y nos damos cuenta de que el calor que compartimos hace que todo lo demás se pierda en el más allá. La noche sopla esa brisa gélida, pero con ella a mi lado no la siento. El frío de la muerte no nos toca, pero blande su guadaña sobre nuestras cabezas.

    Ya no somos nosotros. Vivimos como esqueletos. Todos los demás son monstruos. Pero no nos importa.



20121010

Costillas rotas llueven sobre el mar

I can see your heart change with the sun...
A place to bury strangers

Canalla, me dirá un día, como me dicen siempre
eres un cerdo
un estúpido cerdo
y yo diré te lo dije

Pero antes habremos asaltado algunos bancos
habremos alimentado jaurías de perros perdidos en el parque
con nueces de la india,
habremos hecho maratones de sándwiches sudorosos
a mitad de mis sábanas rojas

mordiéndonos como felinos con ojos de revólver
habremos afilado horizontes con los bisturís invertebrados
de lagrimas esculpidas en mármol o marfil
habremos visto televisión y leído los mismos libros

sin comentarlos

Quizá yo haya conseguido que me cuente algunos cuentos

que me abrace muy fuerte por las noches 
murmurando ruidos hasta que me quede dormido 
y que sus ojos de luciérnaga ya no me cieguen tanto;
y ella que yo fuera un poco menos cretino, al menos a ratos

que recuerde algunas cosas importantes, datos o fechas
que le dé un batazo en la cabeza a mi orgullo 
en esos momentos en que tenga que hacerlo
o cosas así

Y cuando todo termine sentiremos que valió la pena
que no todo estuvo mal
que algo quedará, 

pese a que, 
en realidad,
sepamos que no queda nada

Aunque también…
probablemente ese día nunca llegue
nadie sabe si hoy o mañana el cielo se vaya a caer a pedazos
o si, de alguna manera, aprendemos de los errores

y a pesar del pasado,
cada día somos un poco mejores personas

o quizá no.



20120926

We're making monsters




Todos los días siento ganas de matar a alguien. No es que sea una mala persona (pero quizá lo soy), es sólo que no soporto que el mundo esté tan lleno. Soy un arrogante y soy la inocencia. Soy una buena persona me digo cada día frente al espejo, pero en el fondo sé que soy un monstruo, como todos. Es que ¿por qué se empeñan en estar ahí, en tocarme en llamarme, cuando puedo ser feliz con las 10 o 15 personas que he elegido para mí? No entiendo por qué tiene que haber tantos.
             También sé que es estúpido.
            Quisiera un mundo más limpio. Despejado. Hay tantas cosas que no entiendo. Me siento tan perdido. Y entonces pienso que sería reconfortante ser un Buda, una figura superior desprendida de pasiones carnales, un arcoíris, la lluvia del medio día, una nube versátil conducida por el viendo. Hay tantas cosas para ser que nunca seré. Me da tristeza. Pero me siento feliz de ser lo suficientemente yo como para desearlo. Estoy tan putamente satisfecho que me asusta.
          Rujo por las noches y me afilo las garras en espera del siguiente día. Hay tantos días por delante… y me lamo los colmillos.

20120915

Estamos perdiendo



 Everyone I know goes away in the end...
T. Reznor.

Es por estas fechas, inevitablemente, que año con año mi reloj biológico se activa para que, así súbitamente, la más profunda de las nostalgias me posea. Después lo recuerdo, lo sé, sé por qué. Lo recuerdo y lo recuerdo tan mal. Rezar nunca sirvió de nada. Si le das el tiempo suficiente todo lo que amas te rechaza o muere. A los ocho años ya lo sabes. A los ocho años sabes que nada es para siempre. Cuento el tiempo, año con año. Hace quince años que todo lo que conocía se desmoronó. Y quedan trazos dulces, pero tan lejanos. El sabor de los higos en su punto más maduro en temporada, o forzados con maestría a complacerme, hervidos con azúcar en cualquier época del año. Agua fría que reposaba en un contenedor de barro en forma de perrito panzón, ¿quieres agua de perrito, hijo? La mano huesuda que me reprochaba haberme robado unos cigarros Faros para ahogarme en la azotea. Pavo con mole en Navidad.  Risas chimuelas. Los juegos: era una hormiguita, que buscaba su leñita, le agarraba la lluviecita y ¡corría a su casita! Y las sábanas. Sábanas blancas. Canciones. Llantos. Rezos. A los ocho años descubres que las plegarias no curan el cáncer. Y entonces lo intuyes. No hay nada más en qué creer. Los días han sido tan pesados ¡Y las noches!
Todos se desmoronan. Ya nunca habrá nada por qué sonreír. Al menos no con la inocencia de antes. Rezar no sirve de nada, no importa cuánto lo hagas. Y es esa noche de nuevo, estás tan cansado. Pero eres un centinela valiente, tienes que mantenerte alerta. Porque lo sabes, porque intuyes que el final se acerca y quieres estar ahí. Pero tienes ocho años, cierras los ojos un momento y despiertas antes del amanecer. Y está tan oscuro y no hay luna en el cielo. No hay luna porque ha muerto. Porque ya ha muerto. Porque está y no está, envuelta en esas sábanas blancas. Esas horrendas y estúpidas sábanas blancas. Esas tristes tan eternamente tristes sábanas blancas. Pero lo que queda ahí es tan bello en su propia manera. Y sonríe. Sonríe con una paz que no sé si sea alguna vez accesible a un mortal. Sonríe porque está feliz. Está feliz porque todo ha terminado. Nunca he visto una sonrisa igual. Y no sé si yo alguna vez pueda tener una así. La casa está llena de crucifijos, todos al rededor lloran.
Y afuera la oscuridad es doble. Un cielo negro y una caja gris de herrajes plateados que contenía un abismo sin fondo. Las funerarias nunca descansan. Si le das el tiempo suficiente todo lo que amas morirá o desaparecerá de alguna forma. Hay tantos abismos allá afuera. Tantos que incluso nosotros caemos en nuestro propio foso sin salida. Y parece que nunca va a amanecer. El destino final de lo que te pertenece es ser arrebatado por alguien o algo. Tal vez nunca salió el sol. Y es que estoy tan hecho de barro. Y es que me quiebro tan fácil y es que me derrito tan pronto. Y es que es tan noche y no quiero que amanezca. Pero pasan los días. Pasan los días. Pasan. Y al final descubro que soy un animal de hábitos, un animal de recuerdos, de aniversarios. Una memoria anclada al pasado. Es tan duro olvidar, tan difícil soltar.
Y al final todo ocurre, fluye. Estamos perdiendo y es tan obvio. Hay tantas cosas que no vuelven. Y es tan duro estar enfermo de nostalgia. Y padecer, estúpidamente, por todo eso que nos ha dejado.