1.21
Los que nos llamaron los frutos
con orgullo flores regadas con sangre
y nos erigieron en altar para sus muertos:
los sacrificados
Los que nos dieron un nombre y una tierra
y codiciaban la tersura de nuestro entorno
Los que batallaron en las guerras honorables
que nunca conocimos y fracasaron
pero nos formaron con el aire la burbuja espacial
de sus anhelos
Los que nos dieron todo
a quienes debemos gratitud
porque podemos elegir
el tipo de pan para nuestro sándwich
[ellos
todos
ellos]
No sabían que teníamos una cuerda anudada detrás de la espalda
no para sus cuellos ni los nuestros
sino para sus sombras y sus muertos
para dejarlos bien colgados
y que los nombres se olviden y los ecos se agoten
y las vidas que vivimos
sean por fin las nuestras y no las suyas
que tantas veces nos han reprochado
Por eso recorremos las calles que ellos no pisaron
las aceras de los videojuegos
y hacemos revueltas en las ciudades internas
que aglutinan dígitos y elevan rascacielos
en nuestros corazones que no laten
sino por la promesa de la gloria individual
2.21
Sentíamos un dolor en la cabeza
y las entrañas revueltas
era como si todo nuestro siglo estuviese a punto de vomitar
la juerga de ayer
y estábamos ahí
esperando a ser devueltos a la realidad desierta
con el gesto impasible de una incertidumbre
donde ya no hay curiosidad
era por las dos equis
y la vara severa del tiempo
que nos pesaban sobre la espalda
equis equis uno nos llamábamos
equis equis uno
por las calles bombardeadas nos gritábamos unos a otros
equis equis uno era nuestro idioma
nuestro mantra
nuestro juego de sangre
el password de nuestro club secreto
que llevamos tatuado en la frente
con vergüenza
y con el gesto impasible
de una certidumbre
donde todo es calamidad